viernes, 30 de marzo de 2012

Biblioteca digital: Biblioteca Social d'Olot

Este posteo no es de un solo texto: ¡Es de una biblioteca digital completa!

Son más de mil libros, incluyendo obras de Michael Albert, Dante Alighieri, Aristoteles, Antonin Artaud, Mikhail Bakunin, Osvaldo Bayer, Balzac, Baudelaire, Ray Bradbury, Pierre Bourdieu ... (y llegamos solamente hasta la primera parte del listado de autores de la letra B).

Enlace: Biblioteca Social d'Olot 




Colaboración: Carlos Iorio





martes, 27 de marzo de 2012

En la celda cuatro, del pabellón seis, del Penal II de Devoto


por Irma Elena Marc



Nos dice la autora:
Este es el cuento que la concertista Ana Foutel musicalizó para el ciclo Nuevas Músicas por la memoria 2012, el próximo viernes 30 a las 20 hs (ese es el horario definitivo) en ECUNHI (espacio Cultural Nuesros Hijos) en la (benditamente) ex ESMA. Yo estaré presente. La entrada es libre y gratuita.



DÉJÀ VU

Desde que estoy acá, siempre sueño que hago mis necesidades en una plaza. En el sueño siento pánico: cómo puedo hacer algo tan privado a la vista de todo el mundo. Sin embargo, mientras estoy acuclillada como una perra evacuando los deshechos de la angustia que me nace en el vientre, conociendo la vergüenza de mi desnudez, de mi desprotección, de mi impotencia ante la tiranía de las tripas, observo con asombro que nadie me mira, algunos chicos juegan trepados a los árboles o a las estatuas, hay otros, a lo lejos, hamacándose; se oye la música de una calesita que no veo y de los chorros cristalinos de una fuente, varias parejas pasan a mi lado mirándose a los ojos y susurrando, mi papá vive y es un viejo leyendo al sol, aletargado, indiferente, como de costumbre, a lo que yo haga. Siempre es igual, nada es nuevo, nada deja de repetirse.

En la celda cuatro, del pabellón seis, del Penal II de Devoto en la que estoy presa de los milicos, no hay puertas entre el baño y la sala común donde veinte minas, de distintas edades y lugares de procedencia, no vemos la hora de volver a ser libres. Sospechamos que la cana le pone un purgante, bastante seguido, a la comida. Hay compañeras que resisten casi hasta reventar esta forma de tormento. Las que más aguantan son, paradójicamente, las que enseguida se quiebran en la tortura y, vaya una a saber por qué mecanismo defensivo, se niegan a entregar esa poca privacidad, ese resto de autoestima que aún les quedan. Desde mi cama, fumando un pucho que intento compartir para ayudarla a relajarse, a la “aguantadora de turno”, pienso con pena que se añade por su cuenta un sufrimiento y que, al fin de cuentas, es otra victoria para el enemigo. Yo no sufro. En realidad se trata simplemente de un déjá vû y es bella la plaza donde todo es igual, nada es nuevo, nada deja de repetirse.

lunes, 26 de marzo de 2012

Thomas Merton - Los Bárbaros están entre nosotros (1964)

Traducción: Miguel Grinberg
Publicado en Cristianismo y Revolución, Nº 1, 1966

La concentración que culminó la "Marcha sobre Washington", agosto 1963
Durante dos años ha habido en los Estados Unidos una incuestionable sensación de “kairos”: entre una minoría de cristianos alertas y progresistas se trata de una sensación de examen y oportunidad providenciales, mientras que entre otros (la mayoría más confundida) se trata de una sensación de combate apocalíptico. En el movimiento negro cristiano no-violento que guía Martín Luther King, el “kairos”, el “tiempo providencial”, ha sido asumido con una respuesta valerosa y esclarecida. La militancia negra no-violenta por los derechos cívicos ha sido una de las más positivas y exitosas expresiones de acción social cristiana que se haya visto en parte alguna durante el siglo veinte. Ciertamente, se trata del más grande ejemplo de fe cristiana en acción a lo largo de la historia social de los Estados Unidos.

Ha surgido casi enteramente de los negros, con el apoyo de algunos cristianos y liberales blancos. No cabe duda que el heroísmo cristiano exteriorizado por los negros durante la manifestación de Birmingham, o la calma y el orden masivo de la Marcha sobre Washington en agosto de 1963, tuvieron mucho que ver con la promulgación del Acta de los Derechos Cívicos. Debe admitirse también, como ha señalado el líder no-violento negro Bayard Rustin, que sin la cristiana intervención de los protestantes y católicos blancos de todo el país, el Acta no habría sido votada. El hecho que haya ahora una Ley de Derechos Cívicos garantizando, al menos “de jure”, la libertad de todos los ciudadanos para gozar equitativamente las ventajas del país, se debe a algo que en los Estados Unidos podría llamarse tanto conciencia cristiana como conciencia humanitaria y liberal.

Sin embargo, la promulgación del Acta ha sacado a luz el problema real. La batalla por los derechos entra ahora en una etapa nueva y más difícil.

Hasta aquí, los bien intencionados y los idealistas dieron por sentado que si se aprobaba la legislación necesaria, las dos razas podrían “integrarse” más o menos naturalmente, no sin cierto margen de dificultades, por supuesto, pero no por ello menos efectivamente. Tal idea daba por sentado también un respeto universal por la ley y el orden. Pero si hay algo que ha quedado profusamente en claro a través de la prolongada y agria lucha del Sur para impedir que la legislación de los derechos cívicos fuera promulgada o ejecutada, es que tanto los legisladores como la policía, y por cierto todos aquellos a quienes puede llamarse “Establishment” (“el establecimiento”), parecen ser los primeros en desafiar la ley o en ponerla de lado cuando sus propios intereses son amenazados.

Y entonces hay muchos que piensan que la no-violencia no ha logrado un éxito completo e incuestionable. Se la considera ilusoria y muy ingenua. Por ambas partes hay más y más charla sobre acción violenta, a medida que con mayor claridad se ve que la Ley de los Derechos Cívicos no ha solucionado realmente el problema racial y que en realidad la existencia del negro en el “ghetto” sólo ha quedado mejor y más estrictamente definida por su incapacidad para sacar ventajas de los derechos que le han sido concedidos demasiado tarde.

Durante la época de los “sit-in’s” (protestas-sentadas) alguien observó que si se hubiese atendido a los negros en los comedores ellos no habrían podido pagar la cuenta. Ahora que se les ha otorgado el derecho para entrar a cualquier hotel o a cualquier restaurante, eso no significa que dispongan del dinero para hacerlo, y cada vez se les hace más difícil conseguir empleo.

El negro es integrado por ley a una sociedad en la que realmente no hay sitio para él —aunque podría hacérsele espacio, sin la mayoría blanca fuera capaz de quererlo como hermano y conciudadano-. Pero hasta aquellos que teóricamente estuvieron en favor de los Derechos Cívicos se están volviendo concretamente reacios a aceptar al negro como vecino. Después de muchos años de combate amargo y de decepción, el negro tiene clara conciencia de ello, lo cual ha afectado seriamente sus actitudes. Durante trecientos años el negro ha sufrido quieta y pacientemente, creyendo a los pocos blancos que le aseguraban que al final se integraría con la sociedad blanca. Ahora que es integrado por ley y rechazado de hecho, su amargura se ha convertido en desprecio por una sociedad que se le ha revelado con todos sus defectos y que ha monopolizado todos los beneficios. Ahora que el negro tiene plenos derechos como ciudadano estadounidense, tal vez después de todo no quiera esos derechos. Quizá está comenzando a querer otra cosa —una oportunidad para descargar su amargura mediante la protesta— y mediante el sabotaje, en actos violentos que desbaratarían un “orden” social que a él le luce como vacío y fraudulento.
El problema es mucho más complejo, mucho más trágico que lo que la gente ha imaginado. Para empezar, hay algo que trasciende los Estados Unidos. Afecta al mundo entero. El problema racial en los Estados Unidos ha sido analizado (por ejemplo, escritores como Willian Faulkner) como un problema de culpa profunda por el pecado de esclavización. La culpa de la América blanca hacia el negro es simplemente otra versión de la culpa del colonizador europeo hacia todas las otras razas del planeta, ya sea en Asia, África, América o la Polinesia. La crisis racial de los Estados Unidos ha sido justamente diagnosticada como una “crisis colonial” dentro del país antes que en un continente lejano. Pero sin embargo, está íntimamente ligada a los problemas de Estados Unidos en el Sudeste asiático y en Latinoamérica, particularmente con Cuba.

Esto no parece haber sido suficiente o claramente percibido. El celo del presidente Johnson por los derechos cívicos no armoniza demasiado bien con sus actitudes belicistas en Viet Nam. En esto, el extremista de derecha Goldwater es más consistente, y podría decirse que Goldwater es tal vez más representativo del pensamiento de muchos estadounidenses “promedio” de lo que la gente cree.

Este no es un problema pequeño. Es una señal de que los estaunidenses tienden a contentarse con
apreciaciones super-simplificadas y superficiales de un conflicto muy hondo, en el cual está cuestionada la identidad y el futuro de su país, junto con la autenticidad de sus proclamas de Democracia y Cristiandad. Pues aunque de hecho hay en los Estados Unidos una amplia cantidad de no creyentes, aquí la sociedad tiende a considerarse vagamente “cristiana”, y los políticos tienen el hábito de señalarlo orgullosamente. Lo perturbador es que algunos de los que se consideran a sí mismos como los creyentes más fervorosos son, en política, seguidores de un extremista como Goldwater.

En uno de los grandes motines de 1964, el de Harlem a mediados de julio, cuando las calles estaban llenas de gente en confusión, corrida por la policía; cuando ladrillos y botellas llovían desde los tejados y la policía hacía disparos al aire (no sin matar a un hombre y herir a algunos otros), un capitán de la policía trató de dispersar a los manifestantes gritándoles a través de un megáfono: “Go home! Go home!” (¡Vayan a casa!)

Desde la multitud una voz respondió; “¡Estamos en casa, baby!”

La ironía de esta expresión, y su humor, resumen el problema estadounidense. El negro no tiene adonde ir. Está donde está. La América blanca lo ha puesto allí. La tendencia general ha sido proceder como si no estuviera, o como si pudiera irse a alguna otra parte. El mismo negro norteamericano ha tratado de volver al África, pero el plan fue ridículo. Aún ahora, los nacionalistas negros reclaman que se les dé a los negros una parte del país —para que puedan vivir allí por sí mismos. Uno de los objetivos de la violencia que esos racistas negros fomentan activamente, es hacer que la sociedad blanca se los saque de encima voluntariosa y gozosamente. Persiste el hecho de que el negro habita ahora la morada que le ha dado el hombre blanco: las tres millas cuadradas de ruinosos conventillos que forman el “ghetto” de Harlem, prototipo de todos los “ghettos” negros de Estados Unidos, llenos de crimen, miseria, promiscuidad, uso de drogas, prostitución, guerra pandillera, odio y desesperación.

Y siendo así Harlem un problema, considerar sólo su lado negativo no lo aminorará. Para los que piensan únicamente en la existencia de prostitutas y criminales, Harlem entra a formar parte del generalizado y obsesivo mito nacional del “negro malo”. No obstante, la mayor parte de la población de Harlem son hombres y mujeres buenos, pacíficos, amables y de largo sufrimiento, socialmente inseguros pero más se ha pecado en su contra que lo que tengan de pecadores.
Lo que debe sorprender no son las demostraciones masivas y las manifestaciones ocasionales, tampoco la delincuencia juvenil y menos las más y más deliberadas excursiones de pequeños grupos violentos hacia otras áreas de la ciudad para golpear a la gente blanca y robarla. Lo sorprendente es la persistencia del coraje, la ironía, el humor, la paciencia y la esperanza en Harlem!

Cualquiera que conozca Harlem sabe que se caracteriza por una cosa sobre todas las demás: no por la fealdad, la promiscuidad, el vicio o la violencia, sino por los gritos de miles de niños que juegan en sus calles. Eso es Harlem: abierta baraúnda y risas de niños que crecerán hasta convertirse en otra generación más numerosa y más encerrada en problemas y acusaciones a la sociedad blanca

¿Y acaso no hay otras sugerencias e ironías en el grito “Go home” a los negros de Harlem? Obviamente, recuerda a todos el “Yanqui, go home” que se ha oído por toda Latinoamérica. Y el yanqui, si quiere, puede encogerse de hombros a “ir a casa” desde Brasil, Perú o Venezuela, simplemente dejando a su agente para supervisar las minas, las plantaciones, y sus otras inversiones. Pero en Nueva York no hay un irse a casa. Estamos todos en casa, sentados y mirándonos unos a otros, conjeturando qué es lo que va a suceder.

Y también en el Sur no hay adonde ir a casa. Estamos todos en casa, completamente en casa. Aunque en el Sur existe aún el agitador norteño que siempre es (ese es un auto de fe, de fe cristiana precisamente) un “agente rojo” al que se le puede decir que vuelva a casa y a quien, si rehúsa, se lo puede asesinar por intruso.

El Sur tiene que probar todavía la profundidad de la herida que representa la desesperanza de la situación norteña. En el Sur hay aún aparentemente algo por lo que luchar. Queda todavía la cuestión de que el negro obtenga el poder de ejercer su derecho a votar. (He aquí una de las ambigüedades de la batalla: uno puede tener un “derecho” sin poseer poder alguno para ejercerlo.) En el Norte, es más probable que “poder” y “derecho” coexistan: pero en ambos casos resultan a menudo igualmente carentes de significado.

En cualquier crisis espiritual del individuo, es puesta en tela de juicio la verdad y la autenticidad de la identidad espiritual de la persona. El individuo es colocado en confrontación con la realidad, y juzgado por su aptitud para asumir una relación válida y viviente con las demandas de la nueva situación. En las crisis espirituales, sociales o históricas de las civilizaciones —y de las instituciones religiosas— se aplica igual principio. El crecimiento, la sobrevivencia y hasta la salvación, pueden depender de la capacidad para sacrificar lo que es ficticio o inauténtico en la construcción de la propia identidad moral, religiosa y nacional. Entonces, uno debe ingresar en una dificultosa tarea creativa de reconstrucción y renovación. Dicha tarea puede ser consumada sólo en un clima de fe, esperanza y amor: las tres condiciones deben estar presentes de alguna manera, inclusive si únicamente fundan una creencia natural en la validez y la significación de la opción humana, una decisión para investir a la vida humana con alguna sombra de significado, una voluntad de tratar a los otros hombres como a semejantes.
Hace tiempo, Gandhi señaló que la democracia occidental estaba puesta a prueba. No hay necesidad de que yo muestre aquí en cuántos sentidos son cuestionables los conceptos norteamericanos de Democracia y Cristiandad.

El problema del cristianismo estadounidense es el mismo problema del cristianismo en cualquier otra parte: el cristianismo está sufriendo una crisis de identidad y autenticidad, y está siendo juzgado por la aptitud de los mismos cristianos para abandonar inauténticas y anacrónicas imágenes y seguridades, a fin de hallar un nuevo lugar en el mundo mediante una re-evaluación del mundo y una nueva participación en él.

En la crisis estadounidense lo cristiano enfrente una alternativa típica: o halla seguridad y orden retrocediendo hacia concepciones antiguas y básicamente feudales, o va adelante hacia el futuro desconocido, identificándose con las fuerzas que inevitablemente crearán una nueva sociedad. La opción está entre la “seguridad” basada en la negación de lo nuevo y la reafirmación de lo familiar, o el riesgo creativo del amor y la gracia en soluciones nuevas y no intentadas.

En particular, la opción se reduce a decidir entre un conservadurismo eclesiástico basado en el “status quo” social y político; o en un cristianismo más radical que, sin identificarse políticamente con la revolución, pueda existir y cumplir su cristiana función en una diáspora revolucionaria.

Dicho cristianismo debe estar completamente libre de una adhesión a cualquier forma social que por propia naturaleza se halle comprometida con la violencia, la guerra, la explotación y la opresión a fin de sobrevivir.

En la crisis racial, lo cristiano tiene que elegir ahora entre aquellos que desconfían del negro y exigen que sea mantenido en línea mediante la fuerza, o aquellos que todavía creen en el poder superior de la verdad y el amor, y que intentan luchar por la unidad, la comprensión, la amistad, el amor entre las razas, la integración en todos los niveles comenzando con lo material y lo social, y ascendiendo luego hacia lo espiritual.

En la crisis racial estadounidense, los principios cristianos no siempre son explícitamente invocados. En verdad, uno desearía que se apelara a ellos más a menudo, especialmente los católicos que tienen acceso a directivas muy claras, al menos en las encíclicas de Papas recientes. “Mater et Magistra” y “Pacem in Terris” han sido precisas y enérgicas en el tema de la injusticia racial y el prejuicio.

Raras veces se las ha citado. La jerarquía católica norteamericana ha condenado la intolerancia racial y la segregación mediante una declaración que, sin embargo, como muchas declaraciones no es siquiera oída o leída por la mayoría de los católicos. Ha habido cierta preocupación al respecto por parte de sacerdotes y laicos aquí y allá: pero esta cuestión de “Hermanos del Mundo” ha sido discutida más plenamente en otras comarcas.

El real problema cristiano de la crisis racial en los Estados Unidos, ha de hallarse no en las declaraciones oficiales de diversos grupos religiosos, sino en el comportamiento real y en el credo de esos que no sólo se autocalifican como cristianos, sino que se consideran motivados por la fe cristiana y resisten con ardor la integración del negro a la vida americana.

Por supuesto, ello se encuentra primero que todo entre los racistas sureños que pertenecen a varias sectas protestantes. Este hecho debe ser enfrentado plenamente: los blancos que luchan por los derechos cívicos son frecuentemente cristianos, pero a menudo son simplemente liberales o radicales en el orden político y tienden a basar su acción en una ideología humanitaria y democrática, lo cual equivale a principios del liberalismo político. Entretanto, la acción contra los derechos cívicos, mientras que socialmente es conservadora, también apela a ciertas ideas fundamentalmente cristianas. La oposición racista a la integración a menudo luce orgullosa de sus antecedentes “cristianos”. Parece increíble, pero es cierto no sólo en sectas proverbialmente fanáticas del área de la Biblia y poco instruidas, sino también en algunos católicos. Es cierto en todo tipo de cristianos, no sólo en el Sur sino, comenzamos a verlo ahora, en otros puntos del país igualmente.

Están por supuesto las bien conocidas referencias a ciertos textos, especialmente del Viejo Testamento, para probar que los negros son “esencialmente inferiores” y que “Dios quiere” que sean segregados y “mantenidos en sus lugares”. Permitirles dejar su lugar —su “hogar”, el “ghetto”— es hacerles algo perjudicial. Demostraría falta de caridad. Tal clase de argumentación con la que uno se topa hoy por todas partes en el Sur, está llena de una aparentemente sincera convicción de que el negro quiere estar separado, que quiere que lo dejen solo en el autobús segregado esperando sitio, que quiere tener sus propios restaurantes, y que los “agitadores” que los incitan a “mezclarse” cometen un gratuito acto de crueldad y de ciega injusticia.

“Mezclarse”, calculan, no puede beneficiar a nadie, y a la larga producirá en el negro mayores sufrimientos e inadaptación. En consecuencia, inclusive en el terreno de la “caridad” y la “justicia” se sostiene que la segregación es realmente la 6enda más cristiana.

Examinar el razonamiento que arrastra toda esta argumentación sería fútil. Los argumentos sureños contra la integración están basados en presunciones históricas que se han convertido no sólo en axiomas sino en autos de fe. Y como tales, han venido por cierto a formar parte del credo “cristiano” de muchos norteamericanos. Estos autos de fe son simplemente racionalizaciones de la “derechura” del conservadorismo y de su oposición a nuevos rumbos. Pero ambas cosas se combinan para formar una mística del racismo, el conservadorismo y el belicismo muy poderosa y verdaderamente fanática, que con extrema facilidad viste la armadura del cruzadista cristiano.

Nos enfrentamos con un hecho social de gravísima importancia: con o sin apelar a la “razón”, en los Estados Unidos hay cada vez más gente que está suficientemente perturbada por la cuestión racial como para asesinar y oprimir a otras gentes en nombre de la verdad, la libertad e incluso de Cristo.

Esto constituye un problema de seria magnitud para el cristianismo en todo lugar, especialmente cuando lo vinculamos con la violencia de ciertos católicos franceses contra los nordafricanos, o con la aceptación por parte de los católicos alemanes en bloque, de la escandalosa política genocida de Hitler y de su obviamente injusta guerra contra Polonia. ¡Y tenemos también el caso de la Angola “católica”!

Si los bautistas sureños de los Estados Unidos claman que es Dios quien desea que los negros permanezcan en una posición inferior “por El ordenada”, no olvidemos que durante siglos los cristianos europeos han estado convencidos, y todavía lo están sin duda, de que los judíos pertenecen al “ghetto”. Y el grito “Deus vult” resonó mientras los caballeros cristianos corrían no sólo para unirse a la batalla con los sarracenos sino también para saquear a Constantinopla. Pocos cristianos han tenido la perspicacia de un Louis Massignon para entender las reales dimensiones espirituales del problema de la relación de la Cristiandad con el Islam.

El destino del “capítulo judío” en el Segundo Concilio Vaticano no ha sido decidido, y hasta hay una obra teatral que ha cuestionado la actitud de la Iglesia hacia los judíos y la ha acusado de preferir en este asunto la conveniencia política antes que la verdad y la justicia! No nos corresponde a nosotros juzgar, pero como cristianos no podemos eludir las dolorosas preguntas que otros, sin nosotros, están formulando y respondiendo.

Quizá el siguiente relato de un hecho verdadero de alguna pauta sobre el problema cristiano en la crisis racial y social de los Estados Unidos.

Un día después del asesinato del presidente Kennedy, un católico de Los Angeles (no de Dallas) dijo a su esposa que iba a una misa por el descanso del presidente fallecido. Su mujer, que como él era miembro de un grupo de extrema derecha, dijo: “¿De qué sirve ir a una misa por Kennedy? ¡Si está en el infierno!” El marido, que aún conservaba cierta capacidad para el sentimiento humano y cristiano, y que todavía poseía un poco de sentido común, lamentó amargamente que él y su esposa hubieran aprendido a pensar de tal modo. Esta increíble condenación de una bien intencionada víctima de la violencia no es de manera alguna poco común. Forma parte de la violencia del Sur estadounidense —y de otros lugares de los Estados Unidos. Es parte de la “violencia cristiana” que, desafortunadamente, ha empezado a prevalecer mucho más que la no-violencia cristiana.

Políticos que fueron a hablar a ciudades de Texas, han sido zaheridos y amenazados triunfantemente con el fuego infernal por grupos de convencidos derechistas cristianos. Esto muestra claramente que un bastardo “ersatz” de fe cristiana ha entrado a participar de alguna manera en la crisis social y particularmente racial en los Estados Unidos. No es posible llamarlo “fe”, y sin embargo es una especie de fe, un fanatismo y una mística que posee ciertas características definidas, una seudo-religión política y social que exhibe también síntomas de paranoia masiva. La base de este “credo” no es meramente la idea de que una raza es superior a otra, o que un país es superior a otro. Es una especie de visión apocalíptica del mundo, que acciona obsesionada por la amenaza de un mal tan grande que sólo puede ser entendido en términos míticos y quasi-religiosos.

La mística del derechismo cristiano estadounidense —una mística de violencia, de amenazas apocalípticas, de odio y de juicio final— es tal vez sólo una manifestación más exagerada y más irracional de una actitud más bien universal común al cristiano en muchos países. O sea, la convicción de que el gran mal del mundo actual puede identificarse con el comunismo, y que ser cristiano es simplemente ser anti-comunista. El comunismo se vuelve entonces el anticristo. El comunismo pasa a ser la fuente de todos los problemas, de todos los conflictos. Todos los males del mundo pueden adjudicarse a las maquinaciones de los comunistas.

No hay duda de que el comunismo, particularmente el de tipo stalinista, ha sido culpable de grandes crímenes contra la Humanidad. También es bastante cierto que el totalitarismo asfixiante y el rígido dogmatismo político de los comunistas es a menudo tan fanático como la mística de violencia y opresión que sostienen los derechistas. Pero el apocalíptico miedo al comunismo que juega un gran rol en el cristianismo de algunos norteamericanos —y el de algunos europeos— se ha transformado en un miedo a la revolución y verdaderamente en un miedo a cualquier forma de cambio social que pueda alterar el “status quo”.

El motivo por el cual la señora de Los Angeles creía que Kennedy estaba en el infierno era que ella, junto con otros de su filiación política, consideraba a Kennedy un “comunista” —porque de hecho él era un “progresista”. Esto, también, resulta increíble. Sin embargo es un axioma evidente por sí mismo, sino un auto de fe, entre los derechistas cristianos de los Estados Unidos, que no hay término medio entre la extrema derecha y el comunismo. Hasta Eisenhower fue acusado, por miembros de la Sociedad John Birch, de estar corrompido por el comunismo.

Dicha “fe” está nutrida ciertamente por la absorbente sensación del “misterio de la iniquidad”. Tal sentimiento quasi-religioso del mal y la condena, es impermeable a la verdad de los hechos. No importa lo que pueda decirse sobre los métodos o creencias evidentemente no-comunistas de éste o aquél personaje público; el derechista posee siempre “información de adentro” a la cual usted no tiene acceso. El sabe cómo cada sector del Gobierno, todas las instituciones educativas e incluso la Iglesia han sido “infiltradas”. El sabe que los jueces de la Corte Suprema son agentes de Moscú! Y aunque usted sea un sacerdote, si sostiene ideas progresistas se vuelve, si no un comunista, entonces por lo menos “un idiota útil de los agentes rojos”.

Este tipo de razonamiento no sería nada más que un buen chiste, si aquellos que sostienen tales ideas no tuvieran a su disposición un poder tan inmenso.

Esta mentalidad que he resumido como de “violencia cristiana” se hace más y más irracional a medida que se ajusta a la mitología provincial y al puritanismo del Sur y el Oeste norteamericanos. Ello implica una combinación de la absoluta convicción de la propia rectitud e integridad con la capacidad de aprobar el uso de cualquier medio, sea violento, sea extremo, a fin de defender lo que uno siente, subjetivamente, como justo. El senador Goldwater ha salido ya con la clara afirmación de que el extremismo en defensa de la propia mitología particular “no es un vicio” —en otras palabras: el fin justifica los medios. Tal es el axioma del totalismo. Pues el totalismo no admite distinciones ni significados parciales. “Nuestro lado” tiene razón totalmente, cualquier otro está diabólicamente pervertido. Cualquier vacilación en oponerse y destruir al diablo es, por supuesto, un compromiso con el mismo Infierno!

Naturalmente, este sintético y arrollador “coraje” está compuesto por muchas dudas inconscientes y por temores reprimidos. No todos los temores son reprimibles. Pero toman una forma más o menos simbólica. No cabe duda que los racistas sureños admiten de buena gana cierto temor al negro. El miedo es parte de su mística y explica por cierto una gran porción de su poder emocional.

Se trata del la cuasi-mística obsesión sobre el negro demonio que acecha entre los arbustos para violar a las virginales hijas blancas del Viejo Sur.

Lo que sigue no es una invención. Estas palabras son citas de un texto de un senador sureño, Tillman, de Carolina del Sur quien, en 1907, justificó el linchamiento ante el Senado de los Estados Unidos.

Tras invitar a un senador norteño a imaginar a su hija viajando sola de noche por un camino sureño, expresa:

“Un oculto demonio que ha esperado esta oportunidad la atrapa, etc…. La joven, así mancillada y brutalizada, se arrastra hasta su padre y le cuenta lo sucedido. ¿Hay aquí algún hombre con sangre roja en sus venas que ignore los impulsos sentidos por el padre? ¿Acaso debe extrañar que toda la campiña se alce como un solo hombre, con el rostro severo, para buscar al bruto que ha forjado tal infamia? ¿Y acaso tal criatura, porque tiene el semblante de un hombre, puede apelar a la Ley? ¿Podrían los hombres de sangre fría pararse y exigir para él el derecho a un limpio proceso y ser castigado según el curso regular de la justicia? En lo que a mí respecta, él se ha puesto a sí mismo fuera de la esfera de la Ley, humana o divina. Ha pecado contra el Espíritu Santo…”. (Citado en la obra documental “In White América” —En la América Blanca— por Martin Duberman, Cambridge, Mass. 1964, pág. 51).

La verdad literal eclipsa aquí toda caricatura, y nos da una pista de la mentalidad y la mística de la “violencia cristiana” que ha venido tomando cuerpo aquí y allá por todos los Estados Unidos, no sólo entre sectas fanáticas y no sólo en el Sur.

La intensidad de esa emoción y el miedo sacro y obsesivo, alzándose desde niveles subliminales y llegando a la conciencia con la pánica convicción del peligro espiritual, juzga todo lo que parece amenazador y lo llama diabólico. Pero todo luce amenazador, y por lo tanto la más inocente de las oposiciones o las más leves opiniones de disensión, desencadenan las más violentas, extremas y crueles represiones. En la actualidad, la seudo-mística sureña de obsesiones sexuales y raciales (y por supuesto que han habido violaciones y seducciones, de blancas por negros, como muchas más de negras por blancos) aparece ahora ligada al más hondo y universal miedo a la revolución. Esta combinación produce un clima peculiarmente potente de intolerancia agresiva, sospecha, odio y miedo. Cuando consideramos que esta fe auto-justiciera y seudo-religiosa tiene su dedo terriblemente cerca del botón que dispara los cohetes intercontinentales, eso nos da abundante materia prima para la meditación.

El negro estadounidense tiene bastante conciencia de estas obsesiones que a él se refieren. Nota mejor que el benevolente liberal blanco hasta qué punto estos temores subliminales existen en todos los estadounidenses blancos. Las tensiones creadas por esta peligrosa situación han de crecer a medida que el negro, conscientemente o de otro modo, renuncie a sus aspiraciones esperanzadas y amistosas y comience a probar su capacidad para sacudir los basamentos de la sociedad blanca mediante la influencia del citado temor. Personalmente, no creo que la mayor parte de los negros, inclusive ahora, enfoquen una verdadera revolución social. Ciertamente no hay un programa revolucionario bien planeado y de carácter nacional. Más bien ocurre que el negro está respondiendo a las obsesiones, la culpa y la confusión del blanco que estimula su temor y su violencia, para responder así con violencia. De tal modo, al final, los terrores obsesivos rumiados por los blancos se están resolviendo hacia una profecía auto-realizable. El negro se rebelará no porque particularmente lo desea, sino porque se espera que lo haga y porque este fardo de expectación expresada a medias es para él una carga demasiado grande. Así, aunque todavía hay millones de negros que sólo desean olvidar al blanco y vivir con él en paz pasándola junto a él lo mejor posible, el miedo y la culpa del blanco no le permitirán que lo haga.
Ciertamente, la acción cristiana no-violenta continuará: debe continuar. Pero probablemente ya no en un rol principal en el dictado de la política del movimiento por los derechos cívicos, excepto en áreas limitadas. La batalla es demasiado grande como para que los líderes no-violentos puedan controlarla.

Los Estados Unidos están probablemente entrando en un período de abierta y esporádica guerrilla civil entre grupos raciales y regionales.

Esta violencia más bien general y sin objeto, pero por demás amarga, va a tener serios efectos. Primero que todo, confirmará los temores y vacilaciones de la mayoría de los blancos, inclusive aquellos que han alentado una benevolencia teórica y una buena voluntad paternal hacia el negro. Ello significará una severa y sistemática represión policial del negro, lo cual fortalecerá a los movimientos extremistas de los Musulmanes Negros y los Nacionalistas Negros. También creará una atmósfera favorable para la infiltración del comunismo, tal vez del tipo castrista y maoísta, en el movimiento negro de los derechos civiles que hasta ahora ha estado completamente libre de comunismo. Ello desacreditará a los líderes cristianos que han basado sus tácticas no-violentas en una apelación al amor y a una confianza ghandiana en la “buena naturaleza” del blanco. Los negros ya han tenido suficientes razones para pensar que la “buena naturaleza” del blanco es puro mito. A cualquier costo, el dogma básico de fe para el extremista negro es ahora la total e irreversible corrupción y maldad del blanco. Esto quizá quiera decir que el “kairos” en el sentido cristiano ha pasado. Es posible que el “momento favorable” y quizá la “última oportunidad” se produjo en 1963. El fracaso no fue precisamente de los cristianos como cristianos. Pero el Gobierno y los ciudadanos de Estados Unidos estuvieron demasiado inertes, demasiado lentos, confundidos y complacientes como para sacar ventaja de ella. Jerusalem no conoció aquellas cosas que eran para su paz. ¿Y ahora?…

Y ahora es posible que el país esté más seriamente amenazado que nunca antes en su historia.
Tal vez sea una exageración, una falsificación de la perspectiva, llamar a esta trágica situación una consecuencia del fracaso cristiano. Para comenzar, la aproximación al problema nunca ha sido inambiguamente cristiana. El cristianismo ha sido invocado por ambos lados, y como hemos visto, las motivaciones cristianas han llevado a heroicas expresiones del movimiento no-violento. Lo más importante es la progresiva falsificación y distorsión del “ethos” cristiano por parte de los conservadores y los racistas como resultado de la crisis racial. En esto hay una lección para los cristianos de todas partes.

Si hay ahora un muy activo fermento de cristianismo apocalíptico, obsesivo y conservador en los Estados Unidos, un cristianismo que abiertamente incita al “extremismo” como si fuera un bien positivo, y que más y más abiertamente se funda en una mística de la fuerza que no es otra cosa que un credo de “el poder hace al justo”, eso se debe en gran parte al hecho de que los auténticos principios cristianos han comenzado a resquebrajarse en la crisis de la nación. En algunos sectores, ha sido reemplazado por un seudo-cristianismo que es poco menos que una idolatría de clase, nación y raza. Esa es una reversión del tribalismo, mucho más completa, pues hoy ninguno parece tener plena conciencia del peligro de la idolatría como un pecado fundamental contra Dios y también contra el hombre. Resulta innecesario decir que si esta acusación de superstición tribalista es puesta al nivel de los grupos blancos religiosos y políticos, es igualmente aplicable a los negros. Ahora que el liderazgo parece haber sido arrebatado, en cierta medida, de las manos de negros que han logrado mucho de bueno para su gente, hay evidencia de que la resistencia negra se dividirá y volverá caótica. Hasta la fracción extremista, los Musulmanes Negros, que el año pasado lucía como una disciplinada unidad, se ha dividido ahora en dos grupos facciosos agriamente opuestos entre sí.

Uno de los caracteres más perturbadores de la lucha que se avecina, es la posibilidad de que sea completamente desordenada, desorientada, anárquica y sin objeto. Será una pura violencia irracional y completamente inútil en la que los principales damnificados serán los inocentes y los indefensos. Pero si hay un clima de idolatría entre los negros, la culpa es mayormente de los blancos fanáticos que han utilizado los medios de comunicación masiva para diseminar ese tipo de pensamiento por todos los Estados Unidos — a menudo en nombre del cristianismo!
El criterio del pensamiento “idólatra” es su supersticiosa confianza en la eficacia mágica de las palabras, los conceptos, las ideologías y las místicas. Hemos visto que en la crisis racial, la argumentación no es un proceso raciona} de pensamientos, sino un encantamiento tribal de fórmulas mágicas y simbólicas que dibujan su poder a partir de asociaciones inconscientes, y que son alimentadas por corrientes profundas de sexualidad y terror primitivas.

Cuando tal “pensar” prevalece, el propio concepto de Dios tiende a volverse idólatra, así también como el de Iglesia, Cruz, sacramentos y todo lo que forma el credo del cristiano.
Karl Rahner ha dicho acertadamente que hoy el riesgo de herejía no proviene de aquellos cuyas fórmulas doctrinales son falsas, sino de aquellos que aferrándose a una impecable
formulación de la verdad del dogma, viven de tal modo que la verdad es contradicha, minimizada y por cierto convertida en algo escandaloso a través de ese modo de vida. Esto no es, ahora, el viejo problema del fracaso ascético. El “derechista” cristiano puede, ciertamente, tener algo de asceta. Es sin duda un porfiador de la disciplina y el orden porque ello le permite dar rienda suelta a sus instintos agresivos y organizar la represión violenta de lo que considera malo.
El principal escándalo de esta especie de cristianismo perverso es precisamente su carácter idólatra, dado que su Dios es un dios falso, un ídolo, un tótem tribal erigido como símbolo y vindicación de ciertos intereses, necesidades y ventajas restringidas al ámbito de la tribu. El dios del racista sureño tiene, como primera función, la preservación de la privilegiada posición del blanco en el Sur. De allí la justiciera indignación de los sureños cuando pastores y sacerdotes hablaban (en ocasiones más bien raras) en favor de los derechos cívicos. Ello fue considerado casi como apostasía: “¿Por qué agitan todo este problema con los negros cuando tendrían que estar predicando sobre Jesús?”

La idolatría es un pecado contra Dios que abre el camino a pecados contra el hombre cometidos en nombre de Dios. Cuando Cristo vino como manifestación única del Padre (“Nadie llega al Padre si no es por mí.” – “Quien me ve, ve también al Padre.” – “Lo que hayas hecho al último de éstos, me lo has hecho a mí.”). Hizo imposible que el cristiane alzara en el cielo un ídolo en cuyo nombre podía matar y oprimir a su semejante en la tierra. Hacerle una injusticia al semejante, según el Evangelio, es hacerle mal y violen al Dios que en él mora. “Mas ex que tuviere bienes de este mundo, y viere a su hermano tener necesidad, y le cerrare sus entrañas, ¿cómo está el amor de Dios en él?” (I Juan 3:17) “Ninguno vio jamás a Dios. Si nos amamos unos a otros, Dios está en nosotros, y su amor es perfecto en nosotros” (id. 4:12).

La obra de la maldad consiste en colocar ídolos en el lugar de Dios de modo que el hombre pueda hacer daño a su semejante en nombre de ese ídolo. Así, la imagen de Dios que es Su unidad en el hombre, resulta destruida y el ídolo reina en el sitio de Dios como Su caricatura. Esto es cierto no sólo en los Molochs y Baals del mundo antiguo: es todavía más cierto en los racismos, los nacionalismos y las variadas formas del mesianismo totalista que representan las idolatrías de nuestro tiempo, entre todas las razas y en cada continente.

La tragedia de nuestro tiempo consiste entonces en que el cristianismo es tentado para entrar al servicio de estos ídolos, y sucumbe a menudo a las tentaciones de las que hemos sido prevenidos en el Evangelio (ver Mateo 4:8-10).

Tal vez no seamos capaces de resolver los problemas de nuestra perturbada era. En verdad, haremos bastante si podemos empezar a comprender su naturaleza y su magnitud.
Una vez que hayamos hecho esto, nos daremos cuenta de … ou primera obligación como cristianos es resistir esta incorporación del cristiano a un sistema de superstición idólatra y tribalista, incluso aunque parezca apelar a los más elevados ideales cristianos. La piedra de toque no está en las palabras y las fórmulas que estos ídolos puedan invocar, sino en el respeto o el menosprecio del hombre. Hoy tenemos que reconocer que aquél que sincera y humildemente respeta y ama al hombre, aquél que busca la unidad y la paz humana, el bienestar común universal del hombre (Pacem in Terris) está (aunque sólo sea inconscientemente) amando y buscando a Dios.

Aquél que malquiere al hombre, que lo desprecia, que apela a la violencia y a la guerra para destruir a su semejante, aunque parezca que lo hace en nombre de Dios y de Cristo, en nombre de la libertad y la verdad, en nombre de los más altos ideales, ¿se permanece sospechoso de idolatría.

“Empero sabemos que el Hijo de Dios es venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es su verdadero: y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo.

Este es el verdadero Dios, y la “ida eterna. Hijitos, guardaos de los ídolos. Amén”.

Miguel Grinberg sobre Merton - 1966

Merton (Padre Luis) y Grinberg en la Abadía de Gethsemaní
1964
Este artículo fue publicado originariamente en el Nº 1 de la revista Cristianismo y Revolución, prologando un texto de Merton que también publicamos aquí Lo recuperamos ahora gracias al muy buen trabajo de Ruinas Digitales. Miguel Grinberg es una de las personas más importantes de la Argentina actual. En los '60 publicaba la revista Eco Contemporáneo. A fines de los '70 y principios de los `80, dirigía otra excelente revista, Mutantia. He abrevado de ambas. Y también de Merton. (MR)






THOMAS MERTON: HERALDO DE UNA NUEVA CONCIENCIA


Miguel Grinberg (1966)

Thomas Merton es sin duda uno de los autores católicos más trascendentes de la actualidad. Su vasta obra ha sido traducida a numerosos idiomas. Entre sus libros más importantes (aquí lo edita Editorial Sudamericana) figuran: La montaña de los siete círculos, La vida silenciosa, Diario secular, El hombre nuevo, Semillas de contemplación, Vida y santidad, Las aguas de Süoé, El signo de Jonás, Los hombres no son islas, etc., obras que le han dado un justo renombre como místico y contemplativo. Merton ingresó a la Orden de los monjes cistercienses en 1941, que como es sabido hacen voto de silencio total y practican estricto retiro. En la Abadía Trapense de Nuestra Señora de Gethsemani (Kentucky-USA), pasó a ser meramente el Padre Luis, maestro de novicios.

Una faceta prácticamente desconocida de su personalidad, comenzó a aflorar hace unos cinco años cuando pasó a dedicar sus escritos a temas de candente actualidad. Lo explica de esta manera: “Mi punto de vista es religioso antes que político o sociológico. Un monasterio contemplativo no es el lugar adecuado para el estudio científico de las tendencias sociales. Pero ofrece la ventaja de una perspectiva espiritual única. El monje no se contenta —y no quiere contentarse— con compartir sencillamente la opinión del mundo tal como se la presenta el periódico, que por otra parte no lee en forma regular. Está más acostumbrado a los profetas hebreos que a las revistas Time o Life, pero en casos excepcionales también puede tener acceso a fuentes seleccionadas de información esencial sobre los problemas críticos de la sociedad donde vive. Aunque haya abandonado “el mundo”, sigue teniendo una grave responsabilidad respecto a quienes permanecen en él. Esta responsabilidad es espiritual. Pero cuando el destino material y moral de los hombres está a merced de los políticos, a los llamados contemplativos les está prohibido ignorar deliberadamente los problemas cruciales de su siglo. Esta obra es, pues, una meditación sobre una crisis revolucionaria: una meditación que, así lo espero, contiene algo de verdad cristiana. En todo caso presupone que en un momento en que se bombardea las iglesias y se asesina a los hombres, los cristianos no tienen la obligación de resignarse a escoger entre el silencio o entregarse a glossolalías.” (N.D.T. La glossolalía es un fenómeno referido a los primeros cristianos y consiste en algunas personas que de manera súbita comenzaban a hablar en lenguas extrañas.)

Ferviente pacifista, concentró su atención en el problema racial y a fines de 1963 concluyó un libro capital titulado La Revolución Negra. Esta obra (llegada a nuestras playas en edición castellana de Editorial Estela, Barcelona) ha sido silenciada tanto por ciertos “católicos” que creen ver en el “progresismo” una tenebrosa mano roja, como por parte de ciertos “comunistas” que no soportaron ver a un cristiano para quien la religión es un modo de participar de los problemas contemporáneos y no un modo de evasión.

A comienzos de 1964 viví la inaudita emoción de traspasar el portal de la Abadía de Gethsemani después de haber organizado en México un encuentro de poetas de una “nueva solidaridad” que fue atacado unánimemente por derechistas y comunistas mexicanos. Llevaba ya un año de correspondencia con el Padre Luis, también excelente poeta. Un permiso especialísimo del Abate hizo posible que ese contacto postal se convirtiera en vastos diálogos mano a mano.

Al fin de ese año, me envió este artículo donde ampliaba y redondeaba los temas centrales de La Revolución Negra. Es primordial destacar lo siguiente:

1) El trabajo (que ya casi tiene dos años de escrito) anticipaba lúcidamente los actuales choques raciales.
2) Los idólatras que el Padre Luis describe, tienen mucho en común con ciertos predicadores del odio que entre nosotros postulan el retorno al Medioevo.
3) El “progresismo” (uno de cuyos abanderados máximos es Monseñor Helder Cámara, recientemente apoyado por el Vaticano) no es otra cosa que un sano esfuerzo para la re-cristianización de un mundo evidentemente sumido en la barbarie, de allí que los progresistas sean ferozmente atacados por los neo-trogloditas.
4) En el artículo hasta es posible detectar el punto de partida del hoy llamado Poder Negro, que la prensa interesada pinta falsamente como “comunista” y cuya raíz “revolucionaria” analizaremos en otra nota.
5) El comunismo en su versión subversiva no es una causa sino una consecuencia de la injusticia social. Los beneficiarios de esta injusticia sostienen un falaz anti-comunismo cuya meta es demorar los cambios sociales.
6) Esta publicación de Cristianismo y Raza servirá para un análisis ulterior del “problema peronista” como cuestión racial, enfocada como antagonismo entre la “supremacía blanca” de Buenos Aires y los “cabecitas negras” del interior del país e Indoamérica.

A fin de apreciar el asunto central de este artículo del Padre Luis, recordamos:
1963 — Agosto: Marcha pacífica sobre Washington.
Noviembre: Kennedy es asesinado.
1964 — Se promulga la Ley de Derechos Cívicos (ingreso de negros a lugares públicos). Gran motín en Harlem, New York.
1965 — Se promulga la Ley de Derechos Electorales
(supresión de trabas para el voto del negro). Gran motín en Watts, Los Angeles.
1966 — Es vetada la Lev de Vivienda (anulación de restricciones zonales). Surge el Movimiento del Poder Negro. Violentos choques raciales en varios estados norteños, donde nunca activaron los militantes del SNCC (Comité Coordinador Estudiantil No-violento), a quienes se debe el slogan “poder negro”.

Como señala el Padre Luis, la promulgación de una Ley en EE.UU. (sobre todo de índole racial) no garantiza su cumplimiento. Se critica la violencia negra pero se olvida que ha sido precedida por 300 años de violencia blanca, y que hace mucho que el negro es estafado con promesas. Además, resulta ilusorio pretender que se conforme con integrarse a una sociedad corrompida cuyo mayor baldón es la guerra racial llevada a cabo en Viet Nam en nombre del Occidente Cristiano, para beneplácito de las “guardias rojas”.

El Padre Luis puntualiza una clara acusación a los propagandistas de un falso cristianismo. La “nueva conciencia” consiste en un rechazo de la indiferencia y la complacencia, y en decidirse a asumir la responsabilidad de defender los valores humanos por más que idólatras aferrados exclusivamente a la prédica de un sospechoso anticomunismo, sigan tratando de eternizar las barbaridades que lo hacen posible.

Los belicistas, los oscurantistas y los neo-trogloditas podrán hasta denunciar como apócrifas estas páginas del Padre Luis. No será esa la última de sus infamias. Para ellos el amor al semejante consiste en aniquilarlo del mejor modo posible. Y no es extraño que so pretexto de detener un “siniestro complot judeo-masónico-teilhardiano-comunista” prediquen ahora una apocalíptica cruzada de contrarrevolución “católica” a fin de encubrir su complicidad con el atraso y su fracaso como seres humanos. La verdadera revolución cristiana halla su fuego redentor en el instante en que cada cual asume su misión como hombre, su poder de creación solidaria y su capacidad ilimitada de crecimiento. Tal el rumbo de la justicia, simplemente en nombre de la vida.

sábado, 24 de marzo de 2012

24 de marzo de 1976 - Carta de Bernardo Alberte a Videla

Carta de Bernardo Alberte a Videla pocas horas antes de ser asesinado por el Ejército Argentino. El mismo 24 de marzo de 1976, Alberte fue arrojado al vacío desde el balcón de su domicilio.

Al Sr.
Teniente General D. Jorge Rafael Videla
Comandante General del Ejército
S/D

Me dirijo a Ud. a los efectos de informar lo siguiente:

1.- El día 20-III-76, a las 20 horas, un grupo armado intento secuestrarme, en mis oficinas de la calle Rivadavia 764, 1o, con el aparente propósito de asesinarme. Acababa de retirarme del lugar elegido por esa banda armada unos minutos antes, lo que me permitió observar el operativo desde la calle, así como el gran despliegue de elementos materiales y humanos utilizados.-

2.- La observación personal de los hechos me permite asegurar a Ud. que se trataban de efectivos de seguridad, que luego de detener a tres personas que se encontraban en las citadas oficinas, esposarlas, vendarle los ojos y cargarlas en los vehículos, se desplazaron velozmente por la calle Rivadavia hacia el oeste, sin poder seguirlos, por no poder disponer de vehículo propio en ese momento. El desplazamiento se produjo con los acostumbrados toques de sirena de los vehículos policiales.-

3.- El día anterior en un operativo vinculado con el ya descrito fue secuestrado y luego asesinado el joven peronista Máximo Augusto Altieri.-

4.- En las citadas oficinas desarrollo actividades políticas vinculadas al Movimiento Peronista, formando parte de la Corriente Peronista '26 de Julio' cuyo ideario surge de la documentación que adjunto.-

5.- La presente denuncia formal y escrita la presento en esta oportunidad luego de haber agotado todos los medios para averiguar el paradero del joven Altieri, vivo, lo que conseguí, pero muerto el día sábado 20, después de gestiones infructuosas realizadas en ese Comando General; en el Ministerio del Interior y a través de vinculaciones personales con camaradas relacionados con los Servicios de Informaciones.-

6.- La búsqueda personal realizada junto a su padre, fue facilitada por compañeros peronistas de la Municipalidad de Avellaneda y por personal policial de la Comisaría 1a. de esa ciudad, lo que me permitió hallarlo acribillado a balazos en la morgue del cementerio de Avellaneda, sin identificar, en avanzado estado de descomposición, con el vientre abierto y con las vísceras al aire. El cadáver era un simple N.N., a los cuatro
días de haber sido encontrado por la policía de Tristán Suárez, en su jurisdicción, habiendo fallado en él el método eficaz y habitual de identificación sin causa justificada.

7.- Es muy probable que si no hubiera mediado la decisión de encontrarlo y la colaboración del personal descrito hubiera desaparecido toda posibilidad de que sus familiares ejercieran el derecho de darle sepultura cristiana.-

Estos son los hechos que informo al Sr. Comandante General, pero que como información sintética y descripción objetiva, no tiene mucha importancia dentro de todo el contexto de violencia que caracteriza la situación política argentina, si no va acompañada de una apreciación que me siento con el derecho de hacer y con la obligación de señalar, por mi condición de Jefe retirado de las FFAA, cuya trayectoria dentro de la Institución el Sr. Comandante General conoce bien; por mi actuación política dentro del Movimiento Peronista, donde ocupe la mas alta jerarquía dentro del país durante parte del exilio del General Perón y por la militancia política que continuo realizando dentro del movimiento mayoritario, lo que me confiere, por lo menos, la experiencia que muchos necesitan para acceder a una realidad que se les escapa y que los supera, lo que es grave cuando ello le ocurre a quienes tienen la responsabilidad de asumirla, comprenderla y conducirla con acierto.-

En mis apreciaciones el Sr. Comandante encontraría excesos si no aclarara que me siento en condiciones de dirigirme a Ud., no con mis simples atributos de oficial retirado de las FFAA, que me subordinarían y me limitarían, y por consiguiente, harían de mis consideraciones una formal, simple e insuficiente apreciación que carecería de valor.-

Sin dejar de expresarle a Ud. el respeto que me merecen ciertas jerarquías, puedo asegurarle que la vida me ha enseñado a superarlas a todas, cuando de la necesidad de expresar el pensamiento se refiere. Esa fue mi norma, aun desde joven oficial; frente a Generales de la envergadura inigualada del General Juan D. Perón; frente a políticos y militantes; frente a los hechos simples y los más graves.-

Esto me lo enseño la vida que transite como joven y como viejo como pobre y como rico; como obrero y como patrón; como militar y como civil; como jefe y como subordinado; como subversivo y como político; como libre y como preso; como perseguido, como prófugo, como exiliado, como peronista.-
Sin duda avanzamos hacia un enfrentamiento hacia el que se nos quiere llevar gradualmente con falsas opciones y manejando falsos valores y alarma observar la ligereza y hasta la irresponsabilidad con que ciertas personas y ciertos sectores que tienen poder, poder transitorio, alientan el enfrentamiento con hechos o con palabras.-

Y apuntando con este concepto a nuestros camaradas de las FFAA inquieta escucharlos en sus discursos fúnebres, por ejemplo, cuando ante sus muertos pareciera que quieren superar con palabras posturas que deben asumir con hechos silenciosos y positivos. Yo también tengo esa experiencia de discursos fúnebres. Hable en homenajes ante nuestros obreros y militantes muertos y también ante camaradas fusilados por otros camaradas, y comprendo ahora que no alcanzan las palabras, ni los discursos, ni las oraciones fúnebres ni las homilías de nuestros santos pastores de la Iglesia, para ocultar las causas que generan la violencia que esta entre nosotros desde hace mucho tiempo.-

Reconozco que el que utiliza un muerto, su muerto, para desahogar su 'bronca' por la injusticia de esa muerte, tiene derecho a hacerlo. Pero si siguiéramos en esa puja de exaltar a nuestros muertos,
¿Quién tiene más derecho?

- ¿Aquel que tuvo la oportunidad de asistirlo y por lo menos, tocarlo aun caliente y desangrándose, o verlo recién 'acicalado' por la funeraria, preparado para el homenaje y para transitar 'limpio' hacia la gloria?

- ¿O aquel que tiene que recogerlo sucio de un zanjón o de un pastizal, acribillado salvajemente; indefenso y maniatado, torturado y vendado sus ojos, en alto grado de descomposición, como dicen las autopsias, o como decimos nosotros, podrido y en condiciones de ser ya comida de gusanos?

Este es el destino de muchos de nuestros militantes y de nuestros obreros. ¿Puede algún Coronel o algún General, asumir alguna vez, con su discurso, una tragedia como esta?. Le ahorro la respuesta: no lo haga. Yo ya no lo hago más. No bastan ni sirven las palabras para evitarla.-

¿Qué nos pasa a los argentinos? ¿Cuando aceptamos clasificar a los muertos en 'deseables' o ' indeseables'; cuando nos acostumbramos y hasta toleramos y propiciamos los excesos del poder, cuando renunciamos al debate y aceptamos que los detentadores de ese poder puedan considerar que en todo caso sus excesos puedan encuadrarse jurídicamente en figuras como 'excesos de defensa' u otros inventos; cuando negamos por boca de Generales de la Nación la democracia, con el argumento de que se podría propiciar un 'gobierno ateo, materialista y totalitario'?

Con estos conceptos no pretendemos enjuiciar a las FFAA, porque no somos jueces y si lo fuéramos no tendríamos el poder para hacer cumplir la justicia. Solamente, hacer reflexiones que permitan comprender la necesidad de la autocrítica, que no se observa en la severidad de los pronunciamientos militares que ya es costumbre repetida escuchar.-

Nosotros no consideramos a las FFAA como una institución poseedora de valores inmutables, sino como una institución humana que actúa para bien o para mal, de acuerdo a los hombres que circunstancialmente las dirigen.
No son mejores ni peores que los hombres que la componen, y por consiguiente, no existe la continuidad histórica que iguala a todos los militares a través del tiempo con un mismo sello de excelencia, desinterés o patriotismo; tampoco el merito de una época alcanza a los protagonistas de otra, salvo que la revaliden con su propia conducta. Y lo mismo en lo que atañe a conductas infamantes. Los meritos de San Martín no apañan a Quaranta, ni Fernández Suárez infama a Belgrano, a Dorrego o a Güemes. Podemos admirar al Alte. Browm y negar al mismo tiempo a Rojas y a Benigno Varela. Podemos sentirnos deudores y herederos de tantos milicos que regaron con su sangre el suelo de América y de la Patria y no por ello atenuar nuestro juicio sobre los oficiales cómplices, ejecutores y consentidores de vejámenes y torturas.-

Sin duda este es un criterio antagónico con el que sustentan muchos militares que tienen un extraño concepto de su parentesco con la historia y con la gloria. Pero es claro, y si se lo recalca así tan crudamente, es para evitar que se sigan cultivando prejuicios indiscriminados de un patriotismo que luego la historia nos revela como falso.

Es que los argentinos tenemos una ingrata experiencia acumulada en este siglo. Cuando con el argumento siempre esgrimido y ahora repetido, de la necesidad de defender 'un estilo de vida', nuestro estilo de vida, el Ejercito protagonizo como represor la historia de la 'Patagonia trágica' y los obreros lo hicieron como mártires; cuando desde aviones navales con tripulación también de políticos se bombardeo al Pueblo en la Plaza de Mayo; cuando se fusilo en la Penitenciaria Nacional; en José León Suárez y en Campo de Mayo; cuando se fusilo en Trelew; cuando militares intervinieron en la profanación del cadáver de Evita, cuando el Ejercito en un gran operativo pretendió impedir el reencuentro del Pueblo con su líder; cuando representantes de las tres armas concurren a convocatorias de lo mas representativo de las empresas 'lideres' y lo mas rancio de los terratenientes y ganaderos, para considerar la situación económica nacional y formular criticas al gobierno, sin asumir las propias, etc., la preocupación se apodera de los sectores populares, especialmente cuando se anuncia que el Ejercito intervendrá en la 'subversión en las fabricas', lugar de trabajo de nuestros obreros y nada se dice de hacerlo en las empresas, lugar de expoliación del país y del patrimonio nacional.-

La situación es seria y también dramática, no solo para los trabajadores, sino también para las propias FFAA, impulsadas a avanzar en un terreno, donde por plano inclinado serán llevadas a sustituir a las policías de los ambientes fabriles, hasta ahora privadas, y a ser custodios de los intereses de una de las partes, precisamente la menos indicada para representar el interés general.-

A todas estas reflexiones dan lugar los 7 puntos primeros de esta nota, que describen una situación concreta.-

Si a ello agregamos que bandas armadas se desplazan por la Capital de la Republica y por los centros poblados, sin respuesta alguna de las fuerzas encargadas del orden y sin que las autoridades responsables (en este caso el Jefe de la Policía Federal) tomen conocimiento, el problema es mas grave, no porque supongamos que el General jefe de esa policía no quisiera impedirlo, sino porque no puede: los hechos y las cosas lo superan.-

Si además, en las averiguaciones del paradero del joven Altieri y en otras realizadas, comprobamos que su caso no es el único, que las morgues renuevan diariamente sus depósitos de cadáveres acribillados y que los órganos de seguridad no se asombran, de ningún modo, sino que lo aceptan como común y normal, comprendemos que el pesimismo sobre la verdadera y grave responsabilidad y misión de las fuerzas del orden se ha apoderado de ellas, en el mejor de los casos, pues hay otros en que se las puede suponer cómplices de esas matanzas.-

Si escuchamos decir a funcionarios policiales que el joven Altieri ha sido 'ajusticiado', comprobamos a que nivel llego el respeto por el concepto de la justicia, a cuyo servicios ellos deber estar.-

Todos estos hechos se han producido en el ámbito con el que ese Comando en Jefe esta relacionado, por la función que ha asumido y es por ello que lo pongo en su conocimiento.-

Solamente y como corolario de todo esto corresponde hacer una ultima reflexión. Frente al concepto ya asentado de la inhabilidad de las FFAA para el ejercicio del poder político, experimentado en tres desgraciadas oportunidades en lo que va de este siglo, comienza ya a extenderse en la opinión publica el mismo concepto, pero en funciones que parecieran mas especificas de esas fuerzas: la del mantenimiento del orden y de la seguridad de las personas, a cuyo servicio han puesto ya oficiales en actividad.-

Por ultimo hago saber al Sr. Comandante General que denuncias similares sobre el hecho a que da lugar esta, han sido formuladas ante instituciones políticas, de la Iglesia, empresarias, obreras y profesionales, donde a cada una se le hace conocer nuestro pensamiento sobre las responsabilidades de cada una.-

Saludo al Sr. Comandante General

Bernardo Alberte Tte. Cnl. (RE)

jueves, 22 de marzo de 2012

La nueva Constitución de Bolivia: el Preámbulo

Chaya a la Pachamama, en agosto -  UCaSal
En tiempos inmemoriales se erigieron montañas, se desplazaron ríos, se formaron lagos. Nuestra amazonia, nuestro chaco, nuestro altiplano y nuestros llanos y valles se cubrieron de verdores y flores. Poblamos esta sagrada Madre Tierra con rostros diferentes, y comprendimos desde entonces la pluralidad vigente de todas las cosas y nuestra diversidad como seres y culturas. Así conformamos nuestros pueblos, y jamás comprendimos el racismo hasta que lo sufrimos desde los funestos tiempos de la colonia.

El pueblo boliviano, de composición plural, desde la profundidad de la historia, inspirado en las luchas del pasado, en la sublevación indígena anticolonial, en la independencia, en las luchas populares de liberación, en las marchas indígenas, sociales y sindicales, en las guerras del agua y de octubre, en las luchas por la tierra y territorio, y con la memoria de nuestros mártires, construimos un nuevo Estado.

Un Estado basado en el respeto e igualdad entre todos, con principios de soberanía, dignidad, complementariedad, solidaridad, armonía y equidad en la distribución y redistribución del producto social, donde predomine la búsqueda del vivir bien; con respeto a la pluralidad económica, social, jurídica, política y cultural de los habitantes de esta tierra; en convivencia colectiva con acceso al agua, trabajo, educación, salud y vivienda para todos.

Dejamos en el pasado el Estado colonial, republicano y neoliberal. Asumimos el reto histórico de construir colectivamente el Estado Unitario Social de Derecho Plurinacional Comunitario, que integra y articula los propósitos de avanzar hacia una Bolivia democrática, productiva, portadora e inspiradora de la paz, comprometida con el desarrollo integral y con la libre determinación de los pueblos.

Nosotros, mujeres y hombres, a través de la Asamblea Constituyente y con el poder originario del pueblo, manifestamos nuestro compromiso con la unidad e integridad del país.

Cumpliendo el mandato de nuestros pueblos, con la fortaleza de nuestra Pachamama y gracias a Dios, refundamos Bolivia.

Honor y gloria a los mártires de la gesta constituyente y liberadora, que han hecho posible esta nueva historia.

martes, 20 de marzo de 2012

Como sortear la Censura de Internet

Porque creemos que la censura de Internet está no sólo en contra del propósito esencial de Internet, que es dejar que las personas se comuniquen como quieran con las personas que quieran, sino que también y fundamentalmente contra el derecho universal de opinión y expresión, el cual incluye la libertad de emitir opiniones sin interferencias y buscar, recibir e impartir información e ideas a través de cualquier medio sin importar las fronteras (Declaración Universal de los Derechos Humanos, Artículo 19), te ofrecemos aquí  Como sortear la censura de Internet.

Este libro no sólo te ayudará a encontrar tu camino en las diferentes herramientas y técnicas que permiten sortear la censura de Internet, sino que también te enseñará más sobre cómo la censura trabaja por detrás. También aprenderás sobre los riesgos inherentes al uso de algunas de esas herramientas, y te ayudarán a evaluar y mitigarlos gracias al uso del cifrado y técnicas de anonimato.























http://www.howtobypassinternetcensorship.org/es.html 

lunes, 19 de marzo de 2012

Oski: un grande del dibujo "humorístico"

Por Germán Cáceres
Publicado originariamente en la excelente revista digital La Duendes

OSKI
(1914-1979)



“Un monje enloquecido que hace arabescos sobre los textos sagrados”
Umberto Eco



Se llamaba
Oscar Conti y nació y murió en Buenos Aires. Pero entre 1943 y 1944 vivió en el Cuzco, Perú, estudiando arqueología y folklore en la universidad. Y, en 1948, 1951, 1958 y 1965 viajó a Europa, especialmente a Italia y Francia.

Estudió pintura en la Escuela Nacional de Bellas Artes y diseño escenográfico en la Academia Superior de Buenos Aires (en 1947 realizó la escenografía de La mujerzuela respetuosa, de Jean-Paul Sartre, en Santiago de Chile, y en 1953, la de Androcles y el león, de George Bernard Shaw, en Buenos Aires). E
ntre sus maestros figuró Emilio Centurión.



Colaboró en Cascabel, Rico Tipo, Vea y Lea, El Hogar, Doctor Merengue, La Hipotenusa, Satiricón, Mengano, Humor, Media Suela, Billiken, Clarín, Ja, Ja (México), Últimas Noticias (Chile) y otros medios del país y del exterior (con guión de Carlos Sampayo dibujó una historieta infantil para Italia y en Barcelona ilustró El fantasma de Canterville, de Oscar Wilde).

Antes de debutar en 1942 como dibujante en la revista Cascabel con Camouflage (que rinde tributo al gran gráfico rumano Saul Steinberg, que influyó en toda su producción, como también el pintor de vanguardia alemán George Grosz), realizó láminas para maestros en la librería Moine y Lasserre y después cambió de trabajo para confeccionar etiquetas de celofán. También fue letrista del diario Crítica.

Otro de los puntos destacados de su trayectoria es su colaboración durante más de veinte años con el humorista Carlos Warnes, que firmaba con el heterónimo de César Bruto, un periodista que escribía sobre los más diversos temas con faltas de ortografía porque era casi analfabeto. También formaron una dupla en Rico Tipo para la sección Versos & Notisias (sic), Gran Diario de todos los miércoles, y realizaron los Cuadernos de medicina, un encargo de una empresa farmacéutica, que dio lugar a El Medicinal Brutoski, que refiere antiguas y ridículas recetas. Más tarde Oski publica Comentarios a las Tablas médicas de Salerno. En Ars Amandi, un consejo médico “Sobre el momento apropiado” explica: “Así también hace mal quien lo cumple a la mañana, antes de comer, porque una consecuencia necesaria del coito es la debilidad y, por lo tanto, no es oportuno ir al trabajo inmediatamente después…”

Tuvo a su cargo una sola tira, Amarrotto, que, de acuerdo a Gociol-Rosemberg, “es un extraño personaje con forma de zanahoria humanizada”. Luciendo una síntesis gráfica extrema, en el último cuadrito una ocurrencia del personaje denotaba su extrema y delirante avaricia. En esos tiempos de la revista Rico Tipo (que nació en 1944) era común que los chistes gráficos se basaran en un defecto del protagonista (Doctor Merengue, Fúlmine, Pochita Morfoni, Fallutelli, Ventajita, Don Tacañino), pero aunque hoy resultan ingenuos, paradójicamente cautivan por esa diáfana candidez.

Más que a la historieta Oski se dedicó al cartoon, es decir al humor de cuadro único, y su propuesta posee un tinte lunático y absurdo. Por ejemplo: un señor intenta regar un jardín con una víbora que confunde con una manguera; a un actor le disgusta su público y entonces le tira tomates; un diablo pide en la boletería de un teatro una entrada para el Paraíso; un gato y un perro mantienen buenas relaciones y comentan que sus dueños se llevan como perro y gato; un equipo de cirugía entra al quirófano provisto de una guadaña; fantasmas adultos nos les cuentan a los fantasmas chicos cuentos de personas para que no se asusten; un tipo que fue mandado al diablo por su novia arriba al mismo infierno; un chico busca inútilmente en un diccionario las malas palabras (representadas por onomatopeyas) que pronuncia su padre; el Coliseo romano se ha convertido en un lugar peligroso porque está lleno de cristianos hambrientos. Según Carlos W. Albertoni, “…en cada sonrisa, tras las tintas, dormía inevitable la sombra del juglar”.


Vera historia de Indias - Martín Fierro   


En El ñopeque quésloqués de los chochamus, Oski ilustra varios términos del lunfardo. Como señala en el prólogo Juan Bautista Devoto, nuestro artista “expone una extensa galería del lenguaje porteño y se la da chanta, con el tejo de la buena, a este universo alienado que nos rodea”. Su dibujo hecho de pocos trazos privilegia la línea, que parece retorcerse y temblar buscando la expresión. Los personajes ostentan una enorme nariz, y la boca —cuando aparece— se la representa por un trazo; exhiben, además, piernas delgadísimas y ojos saltones, características que se manifiestan en toda su obra. Las habitaciones se ven desprolijas, sucias, destartaladas y en completo desorden, y en este registro hay una estética compositiva, un viaje por una pesadilla que no termina de asumirse como tal. Las definiciones de los textos, si bien se refieren a términos lunfardos, son precisas, mientras que los personajes de sus grotescas ilustraciones se acercan a la monstruosidad. Como en el resto de sus trabajos, Oski adhiere al feísmo, al extrañamiento, a la óptica surreal. En esta suerte de contrapunto complementario reside la epifanía de su arte: al ilustrar la palabra “troesma” (maestro) se ve a un ladrón que intenta abrir una caja fuerte, y define a “jotraba” como “Esfuerzo humano generalmente dedicado a la producción de riqueza”, en tanto un delincuente golpea a su víctima.

Vera historia de Indias y Martín Fierro
En El humor más negro que hay, aparece un nota del diario Noticias (Buenos Aires, marzo de 1974) titulada “El crease o no del sudor (ajeno)”, en el que se revelan tres injusticias: el inmigrante polaco a quien, en la Argentina, después de quererlo estafar, lo amenazaron con meterlo preso; el dato de que el programa “Alimentos para la paz”, de Estado Unidos, entre 1966 y 1971 facilitó la compra de armamentos; y que en 1846, la mayor parte de la recaudación impositiva del Perú era aportada por los indios. Estos informes están acompañados por tres viñetas de mínimos trazos y sin fondos.


En Vera historia de Indias, los notas son serias, pues corresponden a descripciones de cronistas de la época de la conquista de América. Pero un cuadro humorístico que representa a los pescadores del Río de la Plata produce desconcierto. El panorama es abigarrado y todos los personajes, hasta los más lejanos y pequeños, reflejan un universo tan autónomo e independiente como insólito (por ejemplo, hay gente que pesca parada sobre un caballo que nada en el río; una carreta está parcialmente hundida en el agua mientras un hombre asoma ojos y nariz por entre los rayos de una rueda). Como en todas sus viñetas, abundan los detalles exóticos: soles infantiles, árboles, pajaritos, perros, flores, piedras, ornatos con filigranas.




En Maestroski, las “Predicciones Oski para cada signo del Zodíaco” se desarrollan en una serie de doce cuadritos que deslumbran por su inventiva. En uno de ellos se recomienda mirar el otro lado de las cosas y un hombre desnudo y con sombrero se observa el ano a través de un espejo. En “Los grandes inventos”, Oski comprueba su formación académica en pintura y escenografía, pues sus cuadros recuerdan la técnica de los grabados incluidos en libros de los siglos XIX y principios del XX. En ellos exhibe un gran trabajo con la línea y con el uso de las curvas en forma de espirales, especialmente para registrar las olas. Y describe con suma gravedad inventos descabellados como “el porta-fusil acuático”; “el monta-cataratas”; “el velocípedo submarino”, aludiendo así a un mundo absurdo cercano a los ensueños y fantasías de la niñez. “Precursores de la aviación” prosigue con la misma tónica (hay un intento de nadar en el aire).


En Vera historia del deporte, la galería de boxeadores es desopilante, y las descabelladas peleas en el ring parecen extraídas de un filme de los Hermanos Marx. Los cuadritos de esgrima son de una estilización tan irracional que bordean la exquisitez. Esta exhuberancia se repite en un amplio abanico que abarca el fútbol, la gimnasia, la natación, el atletismo, el remo, el billar, el automovilismo, el rugby, la lucha, el ajedrez, el karate, la equitación, la aviación, el tenis, el ciclismo y el bastón.





Oski también incursionó en el cine. El negoción (1959), de Simón Feldman, sobre una idea de Lucía Gabriel, lo cuenta como guionista junto a Juan José Barrenechea y el realizador. El argumento es sumamente original: los barrenderos del pueblo de Villa Caballete se benefician por la colocación de bolsitas en la cola de los caballos para que allí se deposite su bosta, ya que de esta forma no deben limpiar las calles. Luego, los barrenderos son despedidos al no ser necesarios, y se comercializa el estiércol a través de una trama de corrupción. Una lámina de Oski fue la base para que Fernando Birri filmara su célebre cortometraje La primera fundación de Buenos Aires (1959): en ella Oski plasmaba múltiples acciones, como si se tratara de una viñeta-página.


El genial grafismo de Oski ocupa un lugar solitario en la historia del arte, porque es único y privado, propio de un ser iluminado y poblado por los sueños. Como sus personajes, se sentía perplejo ante el mundo insano que contemplaba, y decía: “Ahí está el problema de la soledad, la angustia del que está solo”.



"Curso libre de divulgación sexual", publicado en Satiricón 9



Bibliografía

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http://www.museodeldibujo.com: Biografía/Oscar Conti (Oski).
http://www.siicsalud.com: “Amor y medicina, por el lápiz de Oski”.
http://www.todo-argentino.net: “Oski / (1914-1979).